(1) Me fui a buscar alegría, y me encontré a mí misma

 Llevaba años pensando en la idea loca de irme por el mundo en bici. Aún lo sigo deseando. Es como de esos llamados que te hace la vida, o el destino, o el cielo, o como lo quieran llamar. A mí me llama la bicicleta, me llama el campo, me llama el sol, me llama la libertad.

Y contrario a lo que piensa todo el mundo, viajar en bicicleta no es tan complicado. Lo complicado es dejar atrás esos tabús que nos amarran a una silla de computador o a un trabajo que odiamos. Y aunque claramente hay muchas trabas y alti-bajos que encontramos en el camino, viajar en bici será siempre mi manera favorita de viajar. Y ahora lo sé más que nunca.

Desde que la idea se me incrustó en la cabeza, empecé a prepararme mental y físicamente para irme en cualquier momento. He hecho pequeños viajes de fin de semana (algunos los he documentado aquí) y siempre me había quedado con ganas de más. Ahora que he terminado mis primeros 450km de bici por España y Portugal, no es la excepeción: quiero más.

Esta historia no puede contarse así no más, porque todo tiene un comienzo y un final. Todo empezó hace 3 años cuando mi amiga Cath me pidió que hospedara a una chica española que venía a pasar unos días a Liege, ya que ella no tenía la habitación de couchsurfing disponible. Yo acepté encantada, porque he hecho couchsurfing antes y me parece una experiencia muy bonita para conocer gente nueva y aprender de ellos. Así conocí a Nahia, una chica española, más querida que la arepa y con una visión de mundo que sólo dan ganas de seguirla por todas partes. Y aunque sólo nos vimos por esos poquitos días que estuvo en Liege, hicimos una conexión de esas que no se pueden explicar. Hace meses Nahia me escribió "Sara, me gustaría hacer un viaje en bici por Andalucía, te apetece venir conmigo unos días?"

Ustedes ya saben mi respuesta. Aquí empieza la narración de mi primer viaje de media/larga distancia en bici, donde terminé por encontrarme a mí misma.

Decidimos reunirnos en Lagos, al sur de Portugal, pues Nahia iba a hacer un intercambio en una granja cerca a Faro, entonces podríamos recorrer casi todo el sur de la península. La ruta sería siempre seguir la costa hasta Cádiz y luego hacia el norte, para llegar a Sevilla, donde cogería mi vuelo de regreso a Bélgica. (La odisea de volar con una bicicleta se las contaré en otra historia)

Mapa de ruta: sitios donde pasamos noche durante el viaje

En Lagos pasamos la primera noche en un hostel. De ahí en adelante todo era improvisación. La rodada comenzaba el 18 de julio, pleno verano, a tope de calor. Las previsiones eran rodar en las mañanas (antes de las 10am) y en las tardes (después de las 5pm) hasta que cayera el sol (a eso de las 9pm en Portugal, 10pm en España).  En las tardes tendríamos sol en la espalda, cosa que obviamente no imaginé, y desde el primer día ya estaba roja camarón, pero no importa, el paseo lo amerita todo.

En teoría, yendo muy despacio, podríamos hacer en promedio 50km por día. El cálculo estaba hecho, los números cuadraban, ya sólo quedaba meterle alma, piernas y culito.

Día 1: visita a Lagos, paseo en Kayak y rodada hasta Benagil

Al pasar Portimao, me di cuenta que estábamos yendo mucho más lento de lo que imaginé, así que  me empezó un poco el estrés. Nahia en cambio, iba encantada de la vida con su primera experiencia de este tipo. Esta chica siempre me dejaba callada con sus sonrisas que nunca faltaron ni en los peores momentos.

El caso es que apenas habíamos hecho unos 40Km y ya el sol se estaba ocultando. Debíamos buscar un sitio para dormir lo antes posible y como era nuestra primera vez en Portugal, queríamos que fuera bien escondido para que no nos pusieran mucho problema. El pedaleo seguía y no habían indicios de sitios adecuados para poner nuestra tienda de campaña, hasta que así de la nada, Nahia vio un caminito de herradura que llevaba como a un mini desierto. "Este es el sitio", le dije sin dudarlo y nos subimos por el caminito a pie, empujando las bicis, porque ya no podíamos con el cuerpo.

En teoría el camping salvaje está prohibido en toda Europa, y los nómadas siempre se quejan de las pocas opciones que les quedan para dormir. No hay sitios de acampada públicos, no hay protección alguna de sus derechos y al parecer, los alcaldes no sienten mucha empatía por la gente que se mueve así. Este fue nuestro primer aprendizaje: ser nómada no es nada fácil. Con todo y las restricciones, hacer vivac no es ilegal. Esta modalidad de campamento se refiere al hecho de buscar refugio solo para dormir. Es decir, debemos montar y desmontar la tienda con el sol.


Noche 1: camping desértico

Era nuestra primera noche, después de un día muy agotador. Y yo bien quemada por el sol, lo pasé fatal. Me dolía la espalda, escuchaba ruidos, no lograba dormirme o dormí bastante mal. 

Al día siguiente creía que no podría moverme, pero el cuerpo empezaba a sentir que el reto sería grande, así que me adapté fàcil a la bicicleta de nuevo. Este día teníamos que compensar los kilómetros no hechos el día anterior, así que tendríamos que rodar por lo menos 60km. Igualmente, con la calma, podría lograrse cualquier cosa.

Día 2: cuevas de Benagil y rodada hasta Faro

Logramos nuestro objetivo y gracias a los contactos de Nahia, dormirmos en el campamento donde hizo su intercambio en Faro. El hecho de tener un sitio donde dormir (aunque fuera una tienda de campaña) y una ducha limpia, era ya un lujo para nosotras. El problema fue empujar las bicicletas hasta el lugar, que está en medio de un dunar. Este día descubrimos que nuestro peor enemigo durante el viaje sería la arena.

Noche 2: la alegría de tener un sitio donde dormir y ducharse

Estábamos muy contentas de haber dormido bien, pero nos esperaban más kilómetros para acercarnos a la frontera con España. Así que nos fuimos tempranito y paramos en la playa de Fuzeta para almorzar y pasar la tarde, pero no nos dejaron subir al barco con las bicis para ir a la isla, así que nos quedamos en la playa de ahí.

Día 3: playa de Fuzeta y mucho pedal

En este punto ni nos creíamos que llevávamos mucho más de 130km desde que empezó la aventura. El cuerpo pedaleaba de memoria, como si conociera el camino. Claro que dolía el culo, claro que cansaba, pero la satisfacción de llegar a Altura y encontrar un sitio donde dormir en la playa, no puede ni siquiera describirse.

Noche 3: durmiendo en la playa

Tengo que confesar que dormir en la playa no es tan divertido como parece. La arena se pone muy fría y por eso tuve que poner mi esterilla. Además el viento viene helado desde el océano, así que tienes que meterte en el saco de dormir como si fuera una tienda. Hacía frío y la luna llena nos ilumanaba como un faro. Se durmió poco. Pero la experiencia lo vale todo. Aprendimos que aunque en el día el calor es casi insoportable, el frío de la noche también puede ser muy intenso.

Al día siguiente estábamos muy felices de llegar a la frontera con España. Una primera meta cumplida!

Día 4: Bienvenidas a España!

Alcanzamos a cruzar a España después de desayunar en Villa Real de San Antonio y pasamos un buen momento en la playa de isla Canela, almorzamos en isla Cristina y pedaleamos sin cesar hasta Punta Umbría! 70km en un día, se convertía en nuestro récord personal! Este día pasaron muchas cosas que tendré que contar en otro post para no alargar mucho este.

Esta noche la pasamos en un camping de pago. Fue la única noche de pedaleo que pagamos por un sitio para dormir, pues queríamos estar tranquilar y tener agua limpia para continuar la ruta. En este punto todo el mundo nos decía que cruzar de Huelva a Cádiz sería imposible en bicicleta, pues se encuentra el parque Doñana en medio y no hay ninguna vía. Según la gente, sólo podríamos ir a Cádiz si pasábamos primero por Sevilla. No, ese no era nuestro plan. 

Estábamos ya casi a punto de rendirnos, cuando un animador del camping nos dijo que sí que podríamos cruzar por la playa, pedaleando, si nos íbamos con la marea baja. Y pues los ánimos se nos subieron de nuevo y salimos al día siguiente en dirección a Huelva, muy emocionadas.

Otro día de pedaleo intenso, con minas de arena en el camino pues íbamos justo por el Doñana hacia Matalascañas. Qué difícil es rodar así, madre mía! Y no sabíamos lo que nos esperaba aguas arriba.

Día 5: pinchada justo al llegar a Matalascañas

Me pinché, tenía que pasar. Es que siempre me pasan esas cosas. Al menos ya habíamos llegado a nuestra meta, así que solo quedaba tirar paciencia, parchar neumático y mientras tanto Nahia buscaba comida para cenar ahí no más. Además ese día sólo habíamos comido chocolate, necesitábamos reponer sales. Preparadas mentalmente para lo que nos esperaba al día siguiente.

Noche 5: durmiendo entre chiringuitos playeros

Nos levantamos temprano, porque la marea empezaba a bajar a las 3am, así que pensamos que a las 7am sería un buen momento para arrancar. Salimos a la playa y vaya sorpresa: un montón de bicis eléctricas, motos y coches con pescadores, aprovechando la marea baja para atravesar el Doñana! Sólo teníamos que seguir sus huellas, pues nos mostraría la arena más dura. Fácil, no? Pues no!

Pedalear en la playa implica primero buscar la arena más dura que no es ni la más seca ni la más húmeda. Rodábamos en velocidad fácil, como si fuera una cuesta empinada, porque la fricción es increíble. Íbamos lo más rápido que podíamos, a veces con viento a favor, a veces en contra. Saludando a los pescadores, todo era alegría. Hasta que las piernas comenzaron a flaquear. "Tía qué cansancio", parábamos a cada tanto para beber agua y comer galletitas dulces. Miré la hora, pasadas las 8, seguro que llevábamos unos 10-12km. La decepción: ni siquiera 7!

Esa sensación de "marica, qué diablos hago aquí?" empezó a invadirme. "Esto es más dificil de lo que pensé". "Me duele el culo y las piernas, no sé si podré lograrlo". Pensamientos negativos se estaban apoderando de mí y sentía que la bici me pesaba más y más. 

Pero en algún momento pensé en papá, en mis amigos, mi familia y dije "marica, ya hicimos lo más difícil, qué son 15km más de playa? hágale parcera, tire pa'lante que allá ya se ve Cádiz" Y empezaron mis piernas a reaccionar. Fue increíble! Pude incluso poner el plato más grande y rodar a velocidad casi normal!

Tengo que disculparme con Nahia aquí, porque en este momento del viaje la dejé atrás. Yo iba sola, con mis piernas a tope, la energía máxima. Veía la ciudad de Sanlúcar y era como gasolina para ir más rápido. Me encontré, encontré mi ritmo, encontré mi motivación. Encontré mi razón de rodar! En uno de los tramos más complicados, después de un bajón emocional enorme, estaba en mi máximo nivel de éxtasis. Y lo logré. 30km de playa, 30km de catarsis, con más de 30kg encima. 

Nahia llegó unos minutos después, tan emocionada como yo de subir al barco que nos llevaba a Sanlúcar.

Día 6: ahí estás Cádiz

Comimos en un restaurante, nos dimos el lujo de pedir vino y celebrar nuestra hazaña. Luego teníamos que buscar un sitio donde dormir. Encontramos el mejor hotel que podríamos imaginar: un parque con vista al mar, y ahí no más nos quedamos a ver el atardecer, tomar una ducha de playa y dormir tranquilamente, bien merecido lo teníamos.

Noche 6: hotel mil estrellas

Voy a dejar la historia hasta aquí por hoy. Ya me acompañaron con su lectura en el tramo más difícil del viaje. Lo que nos quedaba era más tranquilo, pero aún con cosas para contar en un nuevo post. Muy pronto volveré para contarles.

Gracias por leerme!





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