Dejarte ir

 El día que te fuiste, perdí toda esperanza de ver el sol salir al día siguiente con el alba.

El día que te fuiste, sentí morir mi alma, pues vi mi vida entera pasar a toda prisa por la ventana.

El día que te fuiste, también se fue mi barco cargado de alegría en un mar de llanto.

Pero el día que te fuiste aprendí una gran lección: la vida es demasiado corta para estar en frustración.

Dejarte ir no ha sido fácil, sobre todo estando lejos, porque me hace falta hablarte y escuchar tus consejos.

Hoy solo queda sonreír porque estuviste a mi lado y tenerte como padre fue mi mejor regalo.

Espero un día verte donde sea que estés, entre mis sueños y recuerdos, para tomarnos un té.


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