Fantasma

En febrero de 2024 Santi estuvo al otro lado de la línea para hablarme y escucharme hablar sobre la muerte, y devolverme otra vez a la vida.

En noviembre de 2024 empecé a escribir un texto sobre la muerte.

Silenciosamente cargo la muerte en mi mente desde hace años. 

Silenciosamente he escrito los dolores que me ha causado, sobre todo desde que me fui de Colombia. 

Pero también silenciosamente cargo en mi mente esta imagen ilusoria de morir. 

El texto no tenía nada aún, lo encontré simplemente de casualidad cuando me senté a escribir hoy otra vez sobre la muerte. 

Empezaba así:

Nadie nos enseña cómo afrontar la muerte

Nadie nos enseña nada de la muerte

Nadie nos enseña cuándo vamos a morir

Por esos días había escrito mi último texto "Me fui", y con la llegada del invierno, me sentía bastante triste y abrumada con la vida. Es también la última vez que hablé con Santi. Le pedí consejo, como casi siempre, y terminamos los dos con una lágrima de amor de saber que teníamos del otro lado un amigo que nos escucha siempre.

Y es que mi librero favorito era también ese que me salvaba la vida de tantas tristezas que me hunden en una bruma que no me deja ver la luz del sol. En mi última visita a Colombia en 2023 me tenía varios libros listos para salvarme, como siempre, y enviarme a otros mundos y otras épocas y otras dimensiones, donde podía volver a encontrarme. 

Ya ese amigo se ha ido tambien. 

Nadie nos enseña cómo afrontar la muerte, sobre todo cuando ha sido decisión propria.

Nadie nos enseña nada de la muerte, ni siquiera nos enseñan que existen varias maneras de morir. Ni siquiera nos enseñan que tal vez tenemos derecho a elegir nuestra propia muerte. Pero tampoco nos enseñan las consecuencias de esa decisión.

Nadie nos enseña cuándo vamos a morir, y eso quizá, es mejor no saberlo.

Santi se fue, y hacerme a la idea de que ya nadie volverá a responder del otro lado de la línea es muy difícil. El duelo de una persona que está lejos es muy raro y eso nunca nadie me lo explicó ni me lo hubiera podido explicar, porque eso sólo se puede sentir.

Cuando uno se va de su país, sale de la burbuja y ve las cosas de una forma diferente. Es hasta liberador de cierta manera cuando empieza. El problema viene después. 

Cuando uno se da cuenta que flota encima de la burbuja y lo ve todo como borroso, a lo lejos, sin poder siquiera tocar o sentir, es como si el fantasma fuera uno. Y la única conexión que queda con la burbuja y el pasado, son esos amigos y familiares que crean el hilo de oxígeno, gracias al que respiramos y vemos la realidad dentro de la burbuja.

Cuando uno de esos hilos se rompe, porque la persona ya no está, se muere también un pedacito de nosotros al interior. Es como estar flotando en el espacio con un hueco minúsculo en el traje, por el que se va perdiendo el oxígeno. Cuesta respirar, cuesta seguir la vida "como si nada". Porque el aire se hace ligero y uno se siente mareado, lejos y solo. Es como una hipoxia muy lenta. Es como dormir llorando o llorar durmiendo. Uno no sabe la diferencia.

Algunas de sus últimas palabras, entre bromas y cosas serias, fueron: Nada cambia si nada cambia, pero TODO cambia si algo cambia. Y es la nueva lección que me ha dejado como motor de vida, después de la búsqueda de cambio sistémico que impulsó mi otro amigo, que también se fue.

Despedir a Santi me va a costar lágrimas, tiempo y mucha reflexión. Porque sus palabras siempre me llevaban a seguir adelante con mis sueños y locuras. Porque sus recomendaciones de libros me abrieron los ojos, la mente y el corazón, y  me trajeron más vida de la que él se daba cuenta. 

Porque ahora mis libros están todos tristes y no quieren que los lea. 

Los abriré otra vez para pensar en Santi, cuando logre ver con claridad, sin sentir que el fantasma soy yo. 

Comentarios