(I) AMOR Y SANGRE EN NOCHE DE LUNA LLENA


-->
Y lo vi ahí, su sangre en mis manos y una lágrima rodando por mi mejilla, son el recuerdo vivo de una dolorosa muerte de la cual yo y sólo yo he sido culpable.
Ah, el amor, qué bello es sentir que cuando miras a esa persona tu corazón salta de emoción y todo se vuelve una bella canción, todo es hermoso, hasta una flor marchita parece simplemente espectacular, sus hojas secas son sensuales y sus pétalos arrugados te hacen sentir que eres inmune a la muerte, porque un día todo morirá, mas nunca tu amor ha de acabar.
Esta vez el amor nació de una mirada, una profunda mirada de sus ojos, esos ojos rojos de pasión que me flecharon cual bala perdida de aquella época de horror, dando directamente donde más siento y desangrando mi alma al punto de perderme en el tiempo y el espacio, si es que todavía hay un espacio, para olvidar incluso quién soy…no…qué soy.
Yo lo conocía, hace tiempo lo había visto en las noches cuando dormía y se aparecía en mis sueños locos de una vida normal en la que él es mi mundo y yo una simple esclava del amor. Pero ese día que lo vi y nos miramos, comprendí que lo había encontrado sin buscarlo, pero sin tenerlo ya lo había perdido.
De mi boca sólo salió una palabra “hola” y hubiera querido decir que lo amaba, no obstante era imposible porque yo no PUEDO sentir amor.
Un sentimiento indescriptible recorrió mi cuerpo al escuchar su voz “hola, ¿cómo estás?” AHH! Resonó varias veces en mi cabeza como melodía de Mozart, si acaso él se puede comparar con lo que percibía.
“debo parar” pensé inmediatamente al darme cuenta que lo que para mí era prohibido sentir, no me dejaría en paz hasta decirle la verdad.
Me fui sin decir adiós, me fui sin decir porqué, me fui sin pensar en más que lo que acababa de nacer dentro de mí por ese ser que yo sentía diferente. Él iba a entender, presentía su comprensión porque aunque no me haya despedido ni él de mí, sentíamos lo mismo y algún día lo íbamos a compartir.
Esa noche no, ni la siguiente, menos en lo que quedaba de semana…no quería herirlo, no quería que eso pasara…no quería matarlo.
Absurdo era, y lo es, ocultar una verdad innata a mi naturaleza, es lo que soy y siempre seré, y es precisamente ese el motivo por el cual no me puedo enamorar.
Mi cuerpo cambia y mi mente se distorsiona durante un ciclo de muerte, un ciclo donde no soy yo y estoy perdida en una ciudad de seres incomprensibles que sólo tienen miedo a lo que puedo ser o puedo llegar a hacer, seres despreciables y abominables capaces de encerrar a una criatura que busca libertad, por temor a ser heridos a manos, o mejor, garras de lo que ellos llaman “monstruo” y no ven que lo único que quiero es ser feliz.
Exacto, humana no soy.
Esa noche, como hoy, la diosa hermosa que aparece para iluminar la oscuridad me cambiaría, y estar cerca de él era lo que menos quería. Pero se hizo tarde y las nubes despejaron el cielo…no estaba lo suficientemente lejos de él cuando lo sentí. ¡MALDITA LUNA LLENA! Ha sido tu culpa esta vez, porque el amor se había vuelto momentáneo y ahora era un deseo incontrolable de comer.
Fue tan doloroso, nunca había sufrido tanto con el cambio. Mis huesos se sentían reventar y mi piel se estiraba dando paso a los nuevos músculos; pero eso no fue lo peor…” ¡no te acerques!” grité cuando me di cuenta que venía hacia mí y ya no pude hacer nada más. Mi cerebro perdió su funcionalidad racional, mi boca y nariz formaron un hocico y mis colmillos se alargaron hasta quedar del tamaño de mi dedo índice, el pelo recubría todo mi cuerpo y lo único mío que aún quedaba en esa criatura eran mis ojos.
Sucedió como si alguien me controlara, como si fuera una marioneta pero pudiera verlo todo y no pudiera hacer nada por evitarlo. “vete, por favor vete” murmuraba lo poco de humano que me quedaba, pero el mundo ya no escuchaba mi voz.
Y lo percibí, el palpitar de su corazón me llamaba a gritos, podía oler su sangre viva, caliente, acelerada, correr por sus venas; en ese momento mi instinto animal me llevó a cometer un atroz crimen.
Usando mis garras, las mismas usadas antes para desollar conejos y ratas, que era lo único que se me permitía comer cada mes cuando me encerraban en el sótano de la maldita casa de mis abuelos; desgarré su ropa y me hundí en su piel, sin poner atención a sus sollozos y gritos de dolor, rompí unas cuantas costillas y lo sentí…aún latía y ahí me quedé, sin hacer nada, disfrutando de cada punzada, escuchándolo, palpándolo, hasta que simplemente llegó a su fin.
No lo iba a comer aunque el deseo de hacerlo era insoportable, no había gente cerca así que lo levanté y me lo llevé.
Pasé la noche con el hombre de mis sueños.
Cuando desperté me di cuenta que estaba en casa y ahí lo vi, cubierto en sangre, con sus ojos abiertos inexpresivos como pidiendo compasión; mis manos empapadas en esa misma sangre me enseñaban el mal que había hecho, y una lágrima corriendo por mi mejilla, hiriendo aún más el dolor, hiriendo una herida que ya nunca iba a sanar, son los recuerdos que aún viven en mí y me torturan diciéndome todos los días que yo y sólo yo he sido culpable de matar el amor.
¡¡¡Ah!!! ¡Otra vez duele! ¡¡¡No más LUNA!!! No me obligues a buscar un nuevo corazón, quiero morir hoy porque el corazón que tenía sentía amor y se ha descompuesto…por ti…

Comentarios

Johnnie Nieto ha dicho que…
Wuauwwwwww
Espectacular
Anónimo ha dicho que…
si, ya verás que voy a publicar muchos más...este hace parte de una pequeña saga...los verás pronto