(II) CRÓNICA DE UN SUICIDIO

"Nos veremos en el limbo"- fue lo último que ella le dijo a su amado al momento de despedirse. Él sonrió pensando que era una broma como las que ella estaba acostumbrada a hacer y simplemente la besó sin pensar que esas serían las últimas palabras que escucharía de la única mujer a quien había amado en su vida.

Ella se bajó del auto, hizo un gesto de despedida con su mano derecha, sacó las llaves de la puerta principal, abrió y entró a su casa sin hacer más. Ya dentro, no tuvo necesidad de encender las luces, caminó directamente al baño de su habitación y abrió la llave de la bañera, no le importó que estuviera helada y tampoco se preocupó por encender el calentador antes, sólo la abrió.

Mientras el agua alcanzaba el nivel que estaba esperando, se sentó en su cama con un cuaderno y un esfero. Veinte minutos necesitó para escribir lo que tenía en mente; arrancó la hoja y la dejó sobre la cama, guardó el esfero y el cuaderno. Aún no se había percatado que el agua de la bañera ya sobrepasaba el nivel y el baño se empezaba a inundar. Se desnudó completamente, tenía un cuerpo esbelto, sólo se podría divisar su silueta reflejada por la tenue luz de la luna. Fue a la cocina aún a oscuras, pero así logró encontrar lo que buscaba y se dirigió nuevamente al baño.

Al sentir el agua en la planta de sus pies, percibió un terrible frío que no esperaba y un leve sentimiento de arrepentimiento atravesó su cuerpo -"ya estoy acá"- pensó y se acercó a la fuente de agua, la cerró y sin pensarlo dos veces introdujo la pierna derecha, luego la izquierda y se sentó.

Congelándose era como se sentía, pero no perdió las fuerzas.

Al principio no sentía nada y sus muñecas lucían sanas, pero luego el dolor comenzó a invadir su cabeza y las heridas a sangrar.

En el momento que la sangre empezó a fluir, las sumergió en el agua para acelerar el proceso, y cerró los ojos así no pensar en el dolor. No calculó el tiempo que duró en esa posición, pero cuando abrió los ojos no podía creer lo que estaba viendo.

No había más agua en la bañera, simplemente había desaparecido, el piso del baño estaba seco y sus heridas se habían sanado como si nunca las hubiera causado.

Ella se levantó muy exaltada, temblando y sudando, sin saber qué había pasado. Abrió la puerta del baño ya que no tenía otra opción, y se asustó aún más al darse cuenta del lugar en el que se encontraba; no era su habitación, no era ni siquiera su casa, y no estaba segura de que fuera un lugar cercano a la ciudad donde habitaba.

Sin importarle su desnudez caminó hacia el extraño lugar. Sólo veía árboles tan altos como edificios a su alrededor, el pasto estaba muy seco pero del cielo caían gotas de lluvia que se perdían entre las hojas de los árboles. Al final del bosque se veía la luna llena brillar, tan grande como si estuviera a dos pasos de ella. No había rastros de vida, sólo podía escuchar el murmullo del viento y el canto de la lluvia. Era un lugar tenebroso y a pesar de la iluminación que brindaba la luna, estaba muy oscuro, o al menos así lo percibía ella. Quería regresar.

En ningún momento pareció cerrar la puerta detrás de ella, pero sin saber cómo había pasado, su habitación había desaparecido y se encontraba sola y desnuda en la inmensidad de un mundo desconocido para ella –“AUXILIO!”- exclamó desesperada pero no obtuvo más respuesta que el eco de su propia voz.

Invadida por el miedo se sentó sobre la hierba, se puso en posición fetal e involuntariamente las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. De pronto escuchó –“hola, bienvenida”- -“bienvenida a dónde?”- dijo sin darse cuenta de nada, -“bienvenida a la tierra de los muertos no muertos”-

Al levantar la cabeza se dio cuenta que seguía totalmente sola, pero no estaba en el desconocido mundo, estaba nuevamente en la bañera de su habitación. Confundida encendió la luz y vio toda su sangre en la bañera pero no estaba herida –“qué pasó?”- estaba ahora más confundida que nunca. Con los nervios de punta abrió la llave de la ducha y se limpió toda la sangre de su cuerpo, salió del baño después de dejarlo lo más limpio posible, y sin vestirse se acostó en su cama.

Comenzó a soñar.

Estaba en la casa de su novio, todo estaba muy oscuro pero ella podía ver como si nada, además percibía el olor que tanto la atraía, siguió el aroma hasta llegar a la habitación de su amado que estaba profundamente dormido. No pasó un segundo cuando ella estaba mordiendo el cuello de su novio y bebiendo toda su sangre hasta dejarlo sin vida.

Despertó de un brinco y con el corazón en la mano, tan sólo pensar en su pesadilla le daba temor. Miró a su alrededor y al lado cuerpo inerte de su novio entendió que estaba condenada a vivir eternamente.

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