ÉXTASIS




“Estaba en mi cama, no lo pude evitar, disparé”- fue la confesión que me dio la mujer al preguntarle por qué lo hizo la última vez. Me contó todas las demás historias, y fue tan espeluznante que sentí que yo también hubiera estado ahí.

Hace unos meses se encontró el primer cadáver, un hombre de 22 años, cabello oscuro y piel blanca, estaba completamente desnudo. Lo vio un indigente pasar bajo su puente, llevado por la corriente del río Medellín. Se asustó tanto que salió corriendo en busca de ayuda inmediatamente.

Los reportes de la policía indican que no hubo rastros de tortura, el hombre acababa de tener relaciones sexuales y en el momento del coito recibió un disparo en la nuca desde abajo, a unos 10 centímetros de distancia, atravesando su cabeza y muriendo rápidamente. Lo más probable es que su compañero o compañera fuera el o la responsable del crimen.

Unos días después, otro cuerpo fue hallado de la misma manera en un campo baldío cerca al río en la zona sur de la ciudad. El hombre, que tenìa alrededor de 23 años, también estaba desnudo y asesinado de la misma manera que el anterior.
Cada semana se encontró un cuerpo diferente en una zona totalmente alejada de la anterior, con la única similitud de estar cerca al río, y siempre hombres de la misma edad y en las mismas condiciones. Apenas hace un mes se descubrió la culpable de todas estas muertes hasta ahora inexplicables.

La mujer tenía unos 25 años, era hermosa; cualquier hombre se sentiría realmente atraído por ella. Alta, cabello castaño, ojos oscuros algo intimidantes, labios gruesos y una piel tersa. Era perfecta. Ese día que la conocí era la misma mujer hermosa, pero con una camisa de fuerza atada a su cuerpo y unas bolsas oscuras bajo sus ojos, efecto de varios días sin dormir.

“El primero fue el más joven, aunque todos tenían más o menos la misma edad, lo conocí en una discoteca, yo estaba sola, de hecho iba únicamente en busca de un hombre con quien estar. Cuando lo vi supe que él era para mí, él también lo sabía y me miraba con deseo. Me acerqué a él y le susurré al oído mi nombre, su olor me hipnotizaba, era sencillamente encantador. Bailamos una hora o dos mientras nos conocíamos un poco. De un momento a otro estábamos en mi cama haciendo el amor como nunca antes lo había hecho ninguno de los dos.

Su espalda era encantadora, su pecho, sus brazos, sus piernas, todo de él me encantaba, pero faltaba algo para que yo pudiera llegar al punto de placer más alto; como por inercia mi brazo se estiró y abrió el cajón del cuál saqué mi preciosa arma. Él estaba tan excitado que no se dio cuenta de nada, lo abracé, puse la pistola en posición y disparé. Su sangre en mi cuerpo me hacía sentir más viva, hasta que todo terminó.

Puse su cuerpo en una sábana y lo arrastré hasta mi auto, con toda mi fuerza lo subí y lo llevé al río. Llegué a casa como si nada y limpié todo. Estaba feliz de haberlo hecho, fue maravilloso.”

Yo no podía creer lo que oía, no me cabía en la cabeza que alguien pudiera sentir placer de matar a una persona mientras tenían sexo. No dije una sola palabra y me dediqué a escuchar lo que tenía que decir la mujer, mejor, la psicópata.
“El segundo y tercer asesinato fueron exactamente iguales al primero, pero por algún motivo no sentí el mismo placer…sentí más, era como llegar a un paraíso una y otra vez, no podía detenerme cuando lo hacía, era algo necesario.

Sé que la policía no ha contado cómo verdaderamente fueron encontrados los demás cuerpos. A partir del cuarto, comencé a sentir el hambre de más, no sólo quería sentir su sangre sobre mi cara y sobre mi cuerpo, ahora quería primero sentir sus venas aún con su corazón palpitante. De ahí en adelante los ahorcaba antes de dispararles. Créeme era el cielo en mis manos.”

Entonces la interrumpí - “¿por qué al último no lo ahorcaste? ¿Por qué ni siquiera te acostaste con él? – era algo que no podía comprender, si le causaba tanto placer matarlos durante la relación sexual, ¿por qué no lo hizo?

“El último fue alguien diferente…él era como yo, quería lo mismo que yo. Lo conocí en un bus cuando me dirigía hacia mi casa después de un día de trabajo, él se ofreció a acompañarme y hablamos durante todo el camino. Yo sé cuando alguien quiere algo más que acostarse conmigo, él quería mi sangre, yo lo pude ver en sus ojos, me vi reflejada en él. Por primera vez en mi vida tuve miedo.

Lo dejé pasar a mi casa y nos tomamos un café, el café más amargo que había tomado en años. Después de un largo coqueteo se me acercó y me besó, yo lo seguí porque en realidad sí me gustaba aunque me asustaba. Yo no quería morir de la forma en que había hecho morir a tantos.

Nos dejamos llevar por la pasión y subimos a mi habitación, yo ya no tenía casi control de mí misma, hasta que reaccioné. Le dije que volvería enseguida pues debía ir al baño. Allí conseguí encontrar otra de mis armas y la llevé detrás de mi espalda como si fuera un regalo, claro después de ponerme sexy para que no sospechara mi intención. Salí del baño y ahí estaba, sin ropa y dispuesto a estar conmigo. Indefenso en mi cama, me acerqué y lo besé. Puse el arma bajo su mentón, no lo pude evitar, disparé.

No estaba en éxtasis, no estaba feliz, me sentía culpable y fue entonces que llamé a la policía. Desde esa noche estoy acá, atada a esta camisa y sin dormir. Deseo estar allá afuera buscando el hombre al que no tenga que asesinar para llegar al éxtasis total que siento con la sangre correr por mi piel.

No he dormido en semanas, la imagen de su rostro totalmente desfigurado me tortura y sé que lo hará eternamente. De los demás recuerdo lo más hermoso: mi éxtasis. Pero del último recuerdo lo más oscuro: su muerte.”

Después de estas palabras no pude hacer más que llorar, era increíble que alguien pudiera hacer lo que esta mujer hizo durante meses. Lloré hasta quedar sin lágrimas. No podía sentir lástima por una mujer asesina, una mujer completamente loca que ha matado por placer, pero lo hacía. Me daba lástima verla ahí, tan bella, amarrada a una camisa y tan triste como la noche fría.

Me fui, no pude siquiera despedirme de ella.

Cuando volví al otro día descubrí con pesar que la mujer psicópata acababa de suicidarse saltando por la ventana del balcón después de haber rogado que la dejaran salir a ver la luz del sol.

Comentarios

jc ha dicho que…
cero y van tres donde morimos hombres.. y de manera trágica.. jeje.. pero esta muy bueno.. te felicito
Anónimo ha dicho que…
son cuatro de hecho!!!
Hugo A. Z. ha dicho que…
por qué nos odias tanto? hahaha :D... no dejés de escribir
Luis Felipe Noreña Ospina ha dicho que…
Demasiado macabro. Realmente me conmovió, imaginándome a la mujer, sentía hasta miedo. Pero está muy bueno te felicito.