SUEÑOS FRUSTRADOS

Recuerdo con nostalgia la vida de niña, todo era tan fácil, todo era tan sencillo, no era sino hablar y listo, lo que necesitara estaba a mi alcance. La vida se basaba en sueños, sueños que cambiaban con el tiempo y se convertían en posibilidades ajenas a nuestra voluntad. ¿Qué voy a ser cuando sea grande? Me cuestionaba todos los días y siempre me hacían la misma pregunta mis tíos y abuelos, pero también los amigos de mis papás y cualquier persona que me conocía. Y como mis papás son unas personas exitosas que en la vida aparentemente nunca se equivocaron: sueños perfectos = vida perfecta. Entonces era de suponerse que la hija de ellos debía ser una copia, es decir, perfecta.
Pero nunca nadie se pudo imaginar que mi vida iba a ser diferente, no tengo que ser ni medianamente parecida a lo que ellos son, porque soy una persona distinta, tengo mis propios sueños y deseos, y sobre todo, tengo mi propia vida.
Cuando era muy pequeña, me acuerdo que estaba en clases de natación y la profesora era una “tirana” por así decirlo, porque cuando yo no quería nadar por el miedo que le tenía al agua, me lanzaba la piscina hasta que yo fuera capaz de salir por mis propios medios, o si me estaba ahogando ahí si me sacaba pero ya cuando mis pulmones estaban llenos de agua, o bueno, no sé si era tan exagerado, pero así lo sentía yo. Y en vez de aprender a nadar y dejar de llorar, lloraba más y nada menos. Y mi mamá mirando a lo lejos no podía hacer nada por salvarme de la monstruo.
Entonces después de aprender a nadar, después de muchos años de intentar y una que otra caída a piscina o río donde estuve a punto de ahogarme y gracias a que mi papá me enseñó, empecé a soñar con mi vida cuando fuera grande. Yo quería ser profesora de natación, pero no como la monstruo. En realidad quería enseñar a los niños a nadar y que nunca les pasara lo que me pasó con esa señora que casi me hace ahogar más de una vez.
Pero el tiempo pasa y los sueños cambian. Unos años después olvidé lo de ser profesora de natación, olvidé a la monstruo y olvidé mis tragadas de agua, y empecé a pensar que quizá era mejor si llegara a ser médica pediatra, porque amaba a los niños con todo mi corazón. Los niños son la cosita más hermosa de la vida y ojalá se quedaran así para siempre, con su ternura, inocencia y alegría que la transmiten a todo el que se acerca.
Unos cuantos años después, en realidad no muchos, me di cuenta de que no me gustan tanto los niños como pensaba. Los gritos, los chillidos, las necedades, ¡SON UNA PLAGA! Admito que ya no quiero a los niños, o bueno, sólo me gustan cuando están calladitos y de lejitos. Otro sueño destrozado. ¿Pediatra? ¡NO! ¡Qué pereza los niños!
En ese tiempo decidí que en vez de curar vivos, mejor iba a hacer que los muertos descansaran en paz. Mi nuevo sueño era ser criminalista, así como los que muestran en tv que solucionan unos casos imposibles y al parecer todo el mundo queda contento. Ya estaba decidido que eso era lo que quería para mi vida, incluso estaba buscando dónde estudiar, pero de un tiempo para acá empecé a sentir náuseas al ver heridas, asco de ver muertos y miedo a la oscuridad, entre otros. Entonces otro sueño tirado a la basura.
De ahí en adelante mi vida ha sido una sucesión de sueños frustrados. ¿Psicóloga?, ¿veterinaria?, ¿comunicadora?, ¿abogada?…nunca nada que de verdad me llenara. Ahora no se trataba de sueños frustrados sino de vida frustrada. Pronto me iba a graduar del colegio y mi vida seguía entre signos de interrogación.
Uno de esos días llegó la inspiración a mi cabeza. Quería ser ingeniera porque me gustaba mucho la física, y como en el colegio donde estudiaba había universidad, pensé por un tiempo en estudiar ingeniería ambiental y vivir en el Amazonas salvando el bosque de los deforestadores y ser una heroína. Ahora por fin sentía que mi sueño era algo bonito, algo que de verdad quería hacer. Algo que de verdad sirviera al mundo.
Y como siempre hay un pero. De repente me enamoré de los aviones y acá estoy, estudiando ingeniería aeronáutica en una prestigiosa universidad del país. No sé si le aporte mucho o poco al mundo, pero ahí estoy. Que sea lo que quiero para mi vida o no, en realidad no lo sé, pero creo que soy feliz aunque algunas veces creo y siento que no seré capaz de hacerlo. Además mi papá es ingeniero y como es de esperarse que después de haber vivido su vida de genio, él quiere que yo también sea una genio pero no lo soy.
Hay días en que siento que mi vida es más un sueño que realidad. Un sueño que temo que en algún momento se convierta en pesadilla, o que en verdad ya lo sea y no lo he notado. Un sueño que temo se desvanezca así como lo hicieron miles, años atrás. Temo que la vida se me derrumbe encima y no pueda sobrevivir al hecho. Sí, mi vida es un caos, una cadena de sueños frustrados que no sé dónde tenga un fin. Espero que éste lo sea.

Comentarios

juan camilo tabares ha dicho que…
jummm.. y espere que tenga 25!!! :S
att:jc
Reggie ha dicho que…
(sin comentarios)
¡ 5/5 ! ☺
Dayrus ha dicho que…
Cuando era niño queria ser cientifico. Recuerdo que tapaba el lavamanos y comenzaba a echar todo lo que encontraba, TODO lo que fuera crema, shampo; crema dental; jabon; papel higienico; y lo revolvia todo cuando supe que para ser cientifico habia que saber matematicas ya se me habia olvidado que queria serlo.
Hugo A. Z. ha dicho que…
todo es para bien viste?... igual en vos todavía viven la pediatra, la profesora y la ambientalista :D