Lecciones aprendidas en Europa, parte 3 (otoño, invierno)

Comienzo una nueva entrada, que para ser sincera me ha sido muy difícil de comenzar, porque por un lado puedo contar anécdotas una a una según fueron ocurriendo, o mejor lo divido por temas y hablar más genérico, mencionando las anécdotas según me vaya acordando. He decido hacerlo de la segunda manera, porque tal vez con el paso del tiempo puedo recordar aventuras que no haya registrado y las puedo escribir en una entrada por temas.

Hoy quiero hablar del clima. En Colombia siempre es normal preguntar ¿y cómo está el clima? pues allá tenemos "invierno o verano", o mejor dicho: lluvia y sol. El primer choque que encuentras al salir del cómodo ecuador es que las variaciones climáticas son extremas.

Como llegué a Europa (Lieja-Bélgica) a finales de agosto, prácticamente septiembre, el verano estaba oficialmente acabado, estábamos en otoño y las temperaturas eran deliciosas (un poco más bajas que en Medellín tal vez). Yo estaba feliz usando mis vestidos y suéteres ligeros, pero había un problema fundamental: al norte de Europa rara vez hay grandes montañas, por lo tanto los vientos son fortísimos y helados, especialmente antes y después del invierno (y durante también jajajaja).

Durante mis primeros días en la pequeña ciudad de Lieja, aproveché las promociones de otoño para comprarme algunos suéteres y ropa un poco más abrigada para cuando llegara el momento doloroso de usarla. Resulta que en esa ciudad todos los domingos hacen una venta callejera al lado del río (lo que conocemos como mercado de pulgas). Creo que es más de un kilómetro con tiendas de gente vendiendo cuanta cosa ya no usa, sea ropa, zapatos, chaquetas, bolsos o accesorios, a precios supremamente bajos comparados con tiendas de marca. Lo bueno es que allí también se puede encontrar la venta de frutas y verduras, carne, quesos y hasta animales vivos! (entre muchas otras cosas).

Lección número 4: en mi primera compra de domingo descubrí el mejor invento del mundo: El carrito de la Compra.

Sobre este tema hablaré más adelante porque se merece una entrada para describirlo. En el mercadillo me compré el carro para la compra, que es lo más cómodo cuando quieres transportar todo lo que compras de mercado o de lo que sea en los ya mencionados buses amarillos del TEC (sistema de transporte de la ciudad).


Ese día también aproveché y me compré varios juegos de media velada (o media pantalón), de esas gruesas porque pensé "se acerca el invierno". Y efectivamente, de un momento a otro empieza a caer un aguacero de esos que lo hacen resguardarse a uno en la primera puerta que vea (bueno, nunca ningún aguacero superará los aguaceros caribeños de Medellín!).

Lección número 5: otoño

Sí, el otoño es lindo, todo se torna de un rojo espectacular, y las hojas forman esos tapetes mágicos que ves en pelis y quisieras imitar lo que siempre hacen: recoger las hojas y formar una cama para saltar! mmmm No! En Lieja la nube hace parte del ecosistema natural de la ciudad, por lo tanto llueve más o menos una vez al día por lo menos! (exagerando pues, a veces no llueve). Todas esas hermosas hojas rojas y amarillas que inundan las calles se empiezan a convertir en un pasaje de barro y agua estancada. Otra compra obligada en este momento: zapatos o botas impermeables (o en inglés watertight).



Así con sus ires y venires, anocheciendo a las 9 pm, pasando delicioso con los nuevos amigos de la residencia (kitchenmeetings lo llamábamos, pues cada noche comíamos un grupo bastante numeroso en una sola cocina para contar nuestras experiencias del día o hablar m...erda como de costumbre).

La temperatura empieza a bajar, y luego de una media de 15 ó 20 grados al día, te vas acostumbrando a 5 o 10 a medida que pasan los días. De igual manera la noche se hace más larga y el día más corto. Salíamos de clase y ya apenas teníamos un par de horas de luz, además de la lluvia y el frío del viento que cada vez se congelaba más.

Lección número 6: invierno

Y sí, así llega el invierno, uno no se da ni cuenta, cuando ya está usando guantes, bufanda, gorro, suéter por debajo de una chaqueta más grande que uno y media pantalón por debajo...es que si uno no hace eso, en serio se congela, literal. Aunque bueno, debo admitir que el invierno acá no es tan fuerte como en América, pues los vientos allá fluyen en la dirección contraria entonces las temperaturas son muchísimo más bajas. De todos modos yo ya me había olvidado de la sensación de un invierno, así que cualquier cosa por debajo de 5 grados es horrible.



Y es que además de frío, que ni sientes los deditos de los pies ni la punta de la nariz (y eso que la mía es pequeñita), imagínense a las 4 de la tarde ya a oscuras, eso me mataba de tristeza. Uno salir de clase con la emoción de hacer algo divertido pero ya era de noche y Sart Tilman queda en la literal P.M de la ciudad. SAD (seasonal affective disorder) a la vista!

Entonces la tristeza (y el frío) uno lo tiene que pasar de alguna manera: calefactores en las habitaciones y chocolate caliente. El invierno es además la época en la que más se duerme. como amanece tan tarde (9 am más o menos, y eso que cambian la hora), madrugar es una tortura. Al principio yo era feliz levantándome a las 6am más o menos para ir a trotar, luego se hacía cada vez más difícil salir de la cama, hasta que finalmente dejé de hacerlo, y sólo madrugaba cuando era realmente obligatorio.

Luego de uno estar con el frío hasta en las orejas, cansado del barro que deja la lluvia y la exigencia del master, empieza a nevar. Qué linda es la nieve. Nunca quiero dejar de pensar que la primera nevada del invierno es hermosa, ojalá fuera solo una.  Uno se goza mucho esa primera y tal vez también segunda nevada. Que hagamos un muñeco, que corramos en la nieve, que hagamos guerra de bolas de nieve, que esto, que lo otro...hasta que se empieza a derreitr. Eso sí que es asqueroso!

Pero afortunadamente no dura para toda la vida y llega la primavera! ....

.................continuará.............


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