Lecciones aprendidas en Europa, parte 8 (el transporte)

Hola a todos.

Primero me gustaría hacer una aclaración en cuanto a mi entrada anterior (sobre la comida). En Francia si hay platos que son considerados exquisitos por muchos, pero realmente para mí no lo son, y como el gusto por la comida es netamente subjetivo, pues yo sigo opinando que es horrible. Algunos amigos me han mencionado platos como caracoles, foie gras, canard (pato)...etc... que según ellos son deliciosos, sin embargo de ahí lo único que rescato es el canard, pero no es mi favorito, lo comería una vez al año tal vez. En cuanto a los caracoles simplemente me dan asco (al igual que casi toda la comida de mar) y el foie gras ni se diga...(para los que no saben, es hígado de pato, el maltrato animal en su máxima expresión -busquen cómo se hace y verán-, además de asqueroso, no puedo comerlo).

Continuando con mis innumerables historias y colombianadas en Europa, hoy quiero hablarles de los medios de transporte. A mí me parece encantador que puedas escoger de entre tantas opciones el cómo quieres transportarte. Es que ahora que lo pienso, es inaudito que en Colombia no haya transporte ferroviario ni fluvial, allá toca escoger entre: bus o avión si es público, o su propio coche, porque nadie tiene la maravillosa idea de compartirlo!

Lección número 16: el transporte público

Primero vamos a hablar del transporte interno de las ciudades. Ya lo he mencionado antes con el bus 48 de Lieja, que es realmente una P%ta M$&%da. Sin embargo cuando vemos las demás ciudades, nos quedamos boquiabiertos de cómo todo está sincronizado y funciona a la perfección. Existen tranvías, metros y buses en casi todas las ciudades, y todos los puedes coger normalmente con el mismo pasaje, que tiene una duración de una hora en algunas ciudades o cierta cantidad de paradas en otras. En Colombia te subes al metro con el tiquete y si te bajas tienes que comprar otro, punto.

Los precios sí varían mucho entre ciudades, por ejemplo en Nantes un tiquete de una hora cuesta como 1.5 euro, pero en Hamburgo estamos hablando de pasaje por zonas, entonces si es solo 3 o 4 paradas pagas 1.5 euro, pero para zona más grande el precio incrementa. Yo prefería usar el pasaje del día en Hamburgo, que son 6 euro y puedes usarlo desde las 9am hasta el día siguiente a las 6am. El mensual no me parecía una buena opción en Hamburgo, porque son más de 70 euros y yo siempre me transportaba en la bicicleta. En Nantes, el mensual es como 35 euro, pero tampoco lo compraba porque tenía bici, solo comprábamos tiquetera de 10 y la gastábamos como en un mes.

La mejor que nos pasó al respecto fue en Nantes. Resulta que el pasaje lo debes pinchar cuando estás dentro del tram para que empiece a contar la "hora" de validez. Nosotros como malos ciudadanos nos hacíamos cerca de la marcadora y no lo pinchábamos a menos que se subiera un controlador. En una de esas, tipo 10pm (no sé yo), íbamos Álvaro y yo con un par de cervezas - tal vez sangría - en la cabeza cuando nos subimos al tram hacia casa. yo me senté vigilando en una dirección y él en otra, justo al lado de la marcadora. Pues en una parada, de la nada se subió un controlador justo por la puerta donde nosotros estábamos sentados y en su perfecto francés nos dijo: los tiquetes por favor. Mi cara estaba congelada, mis pulsaciones a mil porciento y miré a Álvaro con ojos de perro: qué hacemos!!!

Él con su cara de paciencia miró al controlador y le dijo: un momento por favor. Cogió un pasaje, lo pinchó en la marcadora y luego cogió el otro y lo pinchó. Así con la conchudez más absurda del mundo! yo no podía aguantarme la risa. La cara del controlador ya la pueden imaginar, y yo orinada de la risa! El controlador no sabía qué hacer, nos miró y nos pidió identificación, nosotros aún más inteligentes nos hicimos los que no hablábamos francés y él dijo: ah, no french? y nosotros asentimos. Pobre, no pudo hacer el día con un par de extranjeros! jajajaja. Como Álvaro tenía el pie montado en la silla de adelante, el tipo solo pudo decir: foot forbiden, no foot. No ponga el pie sobre la silla. Ok, si señor. Y se fue.

Lección número 17: viajando entre ciudades

Viajar en Europa es muy fácil, tenemos para escoger trenes, aviones, buses o carros compartidos. Por comodidad y precio siempre escojo bus o carro compartido, aunque dependiendo del país, el tren es la mejor opción. Por ejemplo, en Bélgica y Francia, para estudiantes la mejor opción es el tren, hay descuentos muy buenos según la edad y el estatus de estudiante, pero en Alemania el tren ya es bastante costoso.

El carro compartido a mí me parece "la hostia" (como diría Álvaro), porque en una aplicación móvil (o de pc) la gente pone los datos de un viaje que hará en el carro y así los viajeros pueden apuntarse y pagarle por una plaza. Es muy seguro y además conoces y aprendes mucho. Creo que ha habido intentos de aplicarlo en Colombia, pero la desconfianza no nos deja (yo al principio era muy desconfiada debo admitirlo, pero el 90% de las veces me ha ido muy bien).

Lección número 18: la bici

He llegado a un tema álgido en lo que llevo viviendo en Europa. La bici ha sido desde que llegué mi mejor opción en cuanto a diversión, transporte y deporte. Debemos saber y entender que en general en este continente la bici es el principal medio de transporte en la ciudad, por eso es posible llevarla tanto en el bus como en el tren sin ningún problema (siempre que no sea hora pico) y hay regulaciones incluso para transporte de ciclistas en carretera (luces, casco, vías...)

Mi primera bici la compré en Lieja, allí debido a las condiciones topográficas la usaba sólo como deporte y hacía bastante montaña los fines de semana. Como transporte apenas la usé unas pocas veces porque me estaba acostumbrando al clima y condiciones de vida. En Nantes fue mi sistema de transporte principal, es una ciudad semi plana, por lo que la bici es fundamental para recorrerla y conocerla.


Esta soy yo en Nantes con la primera bici...

Es en Nantes donde me robaron mi amada burrita. Esta fue una historia super triste, porque justo nos robaron las bicis a los dos (a Álvaro también) y fue casi como perder las piernas, me sentía inmóvil sin mi bici, era como perder un apéndice de mi cuerpo, fue el dolor hecho realidad. Nunca había estado tan triste como cuando nos robaron las bicis.

La historia es hasta boba, me siento muy culpable de perder a mi negrita porque además ya me lo habían advertido. En Europa por ser el medio más usado, la bici también es el medio más robado! Total que estábamos de turismo Álvaro y yo un domingo por Nantes, recorrimos la riviera y algunos lugares de interés hasta que el hambre nos hizo parar en la plaza de comercio, la principal. Por pereza mía decidimos amarrar las bicis con un solo candado (qué error!) y ya está, en menos de una hora las bicis habían desaparecido y solo quedaba el candado roto en el piso.

Qué hacemos? Pa donde cogemos? a quién llamamos? quién nos ayuda? Joder, estábamos en una plaza llena de gente a medio día! cómo es posible! nos dejaron en la calle, sin movilidad, sin alegría. Dos en uno se hicieron los ladrones ese día. Pues lo de siempre, ir a la estación de policía a poner el denuncio, ir a la tienda donde las compramos a ver si se podía hacer algo, pero como no teníamos seguro, nada, esa platica se perdió.

Nos tocó comprar bicis nuevas y seguir la vida como si nada, qué se le va a hacer. La vida sigue.


La cosa que me compré después del robo, en un ferry en Nantes

La nueva bici que compré era una verdadera porquería. Una plegable, pero es que en serio parecen de juguete. A mí eso no me gusta. En cuanto llegué a Hamburgo la vendí y me compré otra de verdad, una MTB espectacular que aún tengo y siempre amarro con doble candado donde sea que la tenga que dejar.


La nueva bebé viajando en tren de cercanías en Alemania (nótese el cinturón de seguridad)

El que no aprendió bien la lección fue mi españolete. También se compró otra plegable que resultó tener bastantes problemas de fábrica y la tienda le devolvió el dinero. Decidimos comprar una buena MTB para él también y que la usara en Kiel como su medio de transporte pues es una ciudad muy pequeña. 2 meses le duró. Espero que después del segundo robo deje de dar tanta papaya y no vuelva a dejar una bici tan buena amarrada a una reja en la calle con un solo candado. Pobresito, no le quiero dar muy duro, pero es que ya nos había pasado y la verdad estaba más que advertido. Lo siento tanto por él y me duele como si fuera mi bici...pero es este el punto en el que debo decir: te lo dije.

En todo caso, ya se nos viene un nuevo trasteo a Rostock, escribir la tesis, ver materias, la graduación...a ver si encuentro tiempo para seguir escribiendo.






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