Historias de vida 2: El acoso

Esta es una de las historias más divertidas que me han pasado desde que estoy acá. En su momento para mí fue super incómodo y no lo disfruté nada, pero ahora le veo la gracia.

Por allá a finales de agosto, tal vez el primer fin de semana de septiembre decidí ir a Lieja desde Hamburgo para saludar a mi amigo que comenzaba el mismo máster que yo (pobrecito, había que darle ánimos). Cuando llegué, había otra amiga de otro máster en la misma tarea que yo, dándole ánimo a los nuevos estudiantes de su máster que llegaban de Medellín y no tenían ni idea de la tortura...perdón de la dificultad que les esperaba.

Entonces éramos en total 5 colombianos. También estaban los otros nuevos estudiantes de mi máster que son de todo el mundo, más uno de los indios de mi cohorte (que hacía la práctica en la universidad). Como era un momento de reunión y reconocimiento de los nuevos, teníamos que celebrarlo.

La primera noche según llegué me reuní con el indio, porque era una promesa ir a tomar juntos al Pot au Lait (Vaso de leche), el bar más famoso entre los estudiantes belgas. Así que nos fuimos de chisme y cerveza hasta no sé qué horas y cuando llegamos a la residencia, yo ya estaba bastante contentica porque hacía tiempo que no tomaba cerveza belga.

Al día siguiente mi guayabo era monumental. Y mi amigo recién desempacado resulta ser un reggetonero de esos escandalosos que ponen ese ruido demoníaco para despertar a todo el universo y hacernos vomitar hasta la torta de la primera comunión. LITERAL! Si, vomité toda la mañana y no pude levantarme hasta las 4 que decidimos salir a conocer la ciudad antes de ir de fiesta por la noche.

En la noche fuimos a comer a un restaurante de montaditos que a todos nos gusta mucho. El cuadro era: 5 colombianos, un indio, un ucraniano, dos brasileños, un serbio y no me acuerdo de más. Obviamente el idioma principal en la mesa era español e incluso hacíamos bromas en inglés que sólo entendíamos los colombianos.

Todo empezó cuando antes de salir de casa nos reunimos en el lobby de la residencia, íbamos llegando todos bien vestidos para salir de rumba. De repente llega el ucraniano, me parece que uno de los mayores estudiantes de la nueva cohorte, con un pantalón de oficina, zapatos y camisa (por dentro obviamente), además el accesorio: una preciosa maletita para portátil. Todos nos quedamos como "WTF". Cuando le pregunté: Oye vamos de rumba, para qué llevas un portafolio? lo abrió y estaba vacío...nada...a excepción de una minúscula botella de vodka. Ya se imaginan mi cara cuando me imaginé la clase de loco con el que íbamos a salir.

Y así era. En el restaurante todos contábamos nuestras historias. Quiénes somos. De dónde venimos. Qué hacíamos antes de venir, etc. A medida que cada uno iba hablando comencé a sentir esa sensación de que alguien me estaba mirando detenidamente (y no precisamente agradable sensación). No importaba quién hablara. El ucraniano sólo me miraba a mí! Sólo me preguntaba cosas a mí. Tenía sin duda una fijación en mí.

Ahí comenzaron los chistes con los colombianos. Por allá alguno soltó: "Sara, qué pecao! si se ve que hace rato no prueba nada, mostrale aunque sea una teta!" jajajajaja....risas, chistes, más risas. Todos empezaron a notar que nos reíamos de la situación y seguían el juego. Excepto obviamente el ucraniano, que además era lento con los chistes. Entonces nada, seguimos la locura.

Cuando nos fuimos del restaurante, me cogió la paisa y me dijo (mirándolo mientras caminábamos detrás de él): "parce, mirale el porte, que pinta, qué cuerpo...." silencio...silencio....carcajada!!!! NO!!! jajajajaja justo en ese instante el ucraniano con su mano derecha se saca el calzón del culo...

Tranquila, respira, que no sea tan evidente....todos pensaron que estábamos locas. Qué más se puede pensar de dos paisas muertas de la risa por las calles de Le Carré, a punto de mearnos encima.

Cuando pasó el sobresalto, le comentamos lo ocurrido a los otros colombianos y claro todos también muertos de la risa. Al final todo el mundo sabía el chiste, menos el protagonista. Llegamos al Pot au Lait (otra vez) y cogimos una mesa para empezar nuestra pequeña juerga de chistes y burlas disimuladas al ucraniano, mientras él no se daba cuenta y seguía averiguando las vidas de cada uno. Mi amigo indio se dio a la tarea de emborracharlo para poder deshacernos de él y luego ir a Cubar a bailar. No nos imaginamos nunca que todo iba a terminar...más o menos mal, por decirlo así.

Los chistes no paraban y la verdad a mí ya se me hacía incómodo que me siguieran utilizando como imagen sexual para burlarnos del pobre señor. Pero en uno de los últimos chistes, cuando quería irme a bailar, al parecer me moví de una manera bastante provocativa (además de que mi pecho es algo voluptuoso) y todos muertos de la risa me pedían que lo hiciera de nuevo para ver qué cara ponía. Obviamente no accedí.

Ya con unas cervezas, para que no se animara a bailar conmigo, decidimos ir Cubar. Era la hora latina, brasileños, colombianos y un serbio disfrutando de la fiesta de la salsa (y reggeton para mi pesar). Todos bailando, dando el show. Mientras tanto mi pobre indio seguía emborrachando al ucraniano (con las ganas que tenía de bailar el indio).

En uno de los bailes, moviéndome al ritmo de la salsa y todos haciéndome corrillo, se hizo un pqueño hueco por donde justo me alcanzaba a ver el ucraniano y de repente grita: "Sara, do it again!" (hazlo de nuevo). Tierra trágame. El indio no lo dejaba salir de la mesa y le seguía dando chupitos.

Yo ya estaba muy cansada con mis tacones y de tanto bailar, tuve que ir a la mesa. No pude evitarlo. Todos se acercaron para no dejarme sola. De repente se empezaron a ir uno a uno para seguir bailando y sin darse cuenta me dejaron con él. Yo no sabía qué hacer, a donde mirar, a quien llamar. Él se fue acercando a mí, cual macho alfa buscando hembra, y mientras más se acercaba más me alejaba. Cuando me arrinconó, me miró con sus ojos desorbitados y me dijo con su aliento a licor: "The more I look at you, the more I like you" (entre más te miro, más me gustas)...muero...un agujero negro...una sirena...fuego...un volcán...una tormenta...algo, por favor!!!!

Mi respuesta fue básica (y real): Tengo novio. Sus ojos dejaron de brillar, miró al piso y volvió a mirarme para preguntar: "es ingeniero?" ...pobrecito, acaso quién se cree? "si, es ingeniero y es muy bueno" creo que rompí su corazón (y el rompió algo en mí, una parte tierna o algo así...).

Finalmente nos fuimos a la residencia, y el pobre iba casi con la cabeza colgando.

Al día siguiente quise estar lo más alejada de él posible. Sólo lo vi cuando ya me iba a ir a tomar mi tren y le dije adiós de lejitos.

Unos días después me contó el indio que el ucraniano había hecho lo mismo con varias chicas y ya todas le tenían pánico. Además quiso ofrecerme disculpas, pero mi amigo le dijo que lo mejor era dejarlo pasar. Por otro lado, por más que mi amigo le mostraba fotos mías con Álvaro, él intentaba negarlo de alguna manera: "son amigos, uno se toma fotos así con amigas"...pobrecito...al final me dio pesar.

Tuve que cruzármelo de nuevo en Estambul para nuestra graduación. Donde obviamente lo evadí al máximo. Ni él sacó el tema, ni mucho menos yo, pero sí que intentó buscarme conversación. Así quedó todo y el pobre ya sabe que conmigo nunca más tendrá ni una pequeña luz de esperanza.

Pronto vuelvo con más historias, para que disfruten mis recuerdos, como los disfruto yo.

Dedicado a: Alexa y Cami...mis compinches.




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