Historias de vida 3: Ámsterdam y la María

Ya que estamos de buen humor por la gran noticia del cese al fuego en Colombia, quiero contar una historia muy divertida de mi última visita a Ámsterdam hace un año más o menos.

Era mi cuarta visita a una ciudad emblemática del mundo y esta vez estaba sola. Ese día decidí probar la marihuana...ay si, ay si probé la María! Pues si, soy de Colombia y nunca en mi vida me había fumado un porro (de hecho no lo he hecho) ni probado ningún tipo de droga alucinógena. Y como siempre, pues tenía miedo.

Entré a la famosa tienda Bulldog, que estaba llena de gente y empecé a mirar mis opciones. Porros de todos los tamaños, tortas de chocolate, María para hacer tu propio porro o comer o lo que sea (de diferentes tipos y procedencias), también había una gran variedad de hongos y cosas que no sé. Los precios, carísimo todo. Me fui a otra coffee shop que no es nada famosa y es más pequeña y encontré precios más asequibles. Compré la promoción de 2 tortas de chocolate por 10 euros (en Bulldog ese era el precio por una sola) y me fui. Mi destino final era Delft - donde iba a dormir en casa de un amigo - así que tenía que coger un tren. Decidí esperar para comerme la torta.

Me fui caminando por la calle roja mirando las chicas de las vitrinas. La verdad es que se vuelve hasta un paseo agradable cuando te acostumbras. En uno de los locales ofrecían show de sexo en vivo por 40 euros la entrada. Había una cola para entrar, así que supuse que habría algún actor porno famoso o algo así (luego me enteré que casi siempre es así), además en la cola había gente de todas las edades, y para mi sorpresa, muchas señoras ya de edad.

Más adelante había otro lugar de show en vivo pero en otra modalidad. Este tiene una cama giratoria en el centro y varias ventanas alrededor. Cada ventana tiene un traga monedas al que debes agregar 2 euros por 2 minutos de ventana abierta. Me pareció razonable y entré. Cuando miras dentro puedes ver a las personas que están en las otras ventanas, y también hay jóvenes y adultos. El show en sí no me gustó demasiado. Estaba una señora muy fea y gorda sobre la cama. Durante mis 2 minutos de ventana hubo cambio de turno, así que la señora gorda se fue y entró una más joven y bonita. Lo típico, bailan sobre la cama, se tocan, miran a cada persona muy sensualmente...pero la verdad me esperaba que fuera más emocionante.

Luego de dar mi paseo por la calle roja (paseo obligatorio si vas a Ámsterdam, aunque las señoras se escandalicen), decidí tomar mi tren a Delft. Cuando iba llegando a la estación, me acordé de mis tortas así que saqué una. Tenía mucha hambre, entonces me la comí de una vez - ERROR! Cuando las compré, el señor no me dijo cuál era la dosis ni nada de eso, por lo que yo no tenía ni idea que no se puede comer toda la torta de una vez. De todos modos yo no sentía nada (tan ilusa, dizque pensando que eso me iba a dar efecto de una vez).

Ya dentro del tren, al mirar por la ventana empecé a notar que el tren avanzaba muy lentamente, en ese punto me di cuenta que ya me estaba empezando el efecto de la María. Luego miraba dentro del tren y se me hacía que era un túnel larguísimo (recordemos que eran las 11 de la noche y todo fuera estaba más oscuro que el tren), las luces iluminaban muchísimo y me hacían sentir muy mareada. Además, al ser un túnel tan largo, con las curvas parecía que se iba a voltear! Y si miraba por la ventana nuevamente, otra vez todo pasaba muy lentamente. Era una sensación muy horrible: si miraba dentro sentía que me iba a caer en cualquier momento por lo que me agarré de mi silla como una garrapata, si miraba fuera era como que el tren apenas se movía.

Como yo era consciente de que todo era efecto de la María, tomé la decisión de dormirme. El chico que iba sentado frente a mí estaba sonriendo (supongo que se burlaba de mi estado), así que le dije que por favor me despertara en Delft. Cerré los ojos y entré en un estado de adormilamiento pero seguía escuchando y teniendo consciencia del lugar donde estaba. De hecho, cada vez que abría los ojos pensando que había pasado mucho tiempo, apenas habrían pasado 5 o 10 minutos. La cosa se ponía desesperante, la verdad.

Al llegar a Delft, el chico de enfrente me tocó la rodilla para avisarme. Cuando salí de la estación, mi amigo me estaba esperando. Él ya sabía que yo venía en ese estado porque se lo había advertido, de modo que estaba prevenido. Durante el trayecto hacia su casa, seguramente tuvimos alguna conversación estúpida de la que no me acuerdo. Pero si recuerdo que le dije "Estoy como tonta, cierto?" a lo que me respondió "Te he preguntado cosas hace 10 minutos y no me has respondido", o por lo menos eso es lo que yo recuerdo. Así que si, estaba tonta y lenta.

Al llegar a su residencia, me había preparado un cambuche en la esquina para yo dormir ahí. Pero yo quería su cama, quien no la querría, además estaba más cerca del baño que el cambuche. Me acosté y dormí. Para mí pasó una eternidad, pero seguramente habrán sido a lo sumo un par de horas. Me despertaron las ganas de vomitar y corrí al baño. Vomité y vomité y vomité. Mi amigo me ofreció llevarme al hospital pero yo sabía que todo era culpa de la María, así que no acepté. Le pedí que se acostara a dormir tranquilo y me acosté a dormir al lado del váter por si tuviera que vomitar de nuevo.

Al cabo de un buen rato (para mí, pero tal vez haya sido una hora), me desperté cansada de dormir en el piso y me fui directo a la cama, su cama. El pobre se levantó asustado y se acostó en el cambuche. Pobresito, era un desplazado por mi violencia (jaja). Ya cuando salía el sol, que se me hizo una eternidad, miré a mi pobre amigo en el cambuche y me dio mucho pesar, así que le pedí que se acostara a mi lado. Se acostó a mis pies y yo seguí durmiendo como hasta las 4 de la tarde. Perdí todo el día por culpa de la María.

Conocí muy poco de la ciudad, pues ya todo estaba cerrado cuando por fin yo estaba en condiciones de salir. Luego fuimos al cine y a dormir nuevamente. Creo que fue así, ya la memoria me falla un poco. Al día siguiente tomé el tren de regreso a Ámsterdam, donde me econtré con mi conductor de BlaBlacar para regresar a Hamburgo.

Se preguntarán qué pasó con la segunda torta. Quedó en el parking de Ámsterdam, bajo otro carro. Porque yo esa tortura no la pienso volver a vivir.

Gracias por leerme!

Comentarios

Daniel Becerra ha dicho que…
Me has hecho soltar la carcajada más hijueputa en la oficina al leer tu historia.Especialmente en la línea de la toma a la cama de tu amigo y su rápida reacción de escape! Jajaja. Que horrible y aprovechada vos.

La vida hay que tomarla y hacer de todo un poco. El hecho de que no volverás a repetir la experiencia en cuestión es respetable, sin embargo podría ser que la próxima historia sea recuperar la torta pérdida (yo me le mido. Ah, pero me das la mitad ��) para que te la comas en porciones adecuadas para que la intoxicación sea gradual y no contundente. Así disfrutarás de los efectos relajantes de la María.

La cama... Jajajajaja.

Besos,Sarilla.

Ps/ atragantarte nunca se te ha dado bien. Recuerda una chica en el lejano oriente se bebió una cremita y terminó parecido. Jajaja (si ella Lee esto me va a matar. ��)