Cumpleaños otra vez lejos

Acabo de pasar nuevamente un cumpleaños lejos de mi familia. Es la segunda vez que esto pasa, pues en 2015 también estuve lejos y lo escribí aquí. Sigo extrañando todo lo que menciono ahí, sigo con un dolor de hogar que no puedo describir, pero sobre todo cada vez lo siento más.

Recibí un mensaje de voz de una tía, donde me decía lo triste que se siente de que yo esté lejos el día de mi cumpleaños y cómo ella no sería capaz de hacerlo, cómo estar lejos de la familia le rompería el corazón. Y a mí también.

No es que yo sea super fuerte de pasar el cumpleaños lejos de mi familia, de mis padres que han dado toda su vida por mí, de mi abuela que me enseñó lo que es amar de verdad, de mis primos que me enseñaron el valor del liderazgo y la verdadera amistad. Cómo no va a dolerme el alma de estar lejos de todo lo que más amo.

Es precisamente por eso que este año decidí pasar mi cumpleaños en un lugar que me pudiera llenar un poquito el alma, aunque estuviera lejos incluso de los amigos que se han hecho familia aquí en Bélgica. Decidí pasar mi cumpleaños sólo con una amiga que conocí apenas hace algunos meses y me invitó a compartir con ella este día especial en su país, Grecia. Hay veces que uno no necesita conocer a alguien de toda la vida para crear una conexión, y con ella ha surgido una amistad muy bonita que quiero conservar para siempre y por eso acepté su invitación.

Ella se encargó de hacer que mi cumpleaños no fuera un día triste, sino lleno de emociones y alegría. Me llevó a escalar en un lugar increílbe y luego buscó el mejor lugar en la playa para que hiciéramos la fiesta. Eso además de la suerte de recibir mi cumpleaños en una terraza viendo el eclipse de luna. También se armó el plan con un amigo que conocimos en la misma escuela para darme la sorpresa de su llegada el día de mi cumpleaños. Debo decir que ha sido un cumpleaños increíble y fantástico.

Pero claro que me duele estar lejos. Me duele perderme todos los momentos que van pasando en familia, las alegrías y las tristezas. Y cada uno de esos momentos me enseña que lo más importante sin duda es la familia.

Toda la vida he sido una persona egoísta, poniendo mi felicidad encima de todo y buscando ante todo mi bienestar. Pero estos años aquí a miles de kilómetros y sola en los momentos especiales me han enseñado que todo eso es ficticio. La tierra se queda, la familia no. Y yo me estoy perdiendo de mi familia.

El dolor es cada vez más intenso y cada vez que recaigo en depresión, siento que es más difícil salir de ella. Pero al fin y al cabo estoy triunfando y por eso me fui, no? Pues no. La vida es mucho más que el éxito profesional o como lo quieran ver. Uno se da cuenta de muchas cosas, a veces a las malas, y duele mucho la soledad.

Hace un tiempo anuncié que voy a volver a Colombia. Pero todavía no voy a decir cómo ni cuando (la única pista que puedo dar es que será después de que termine la presidencia actual, porque yo a Colombia no puedo ni quiero volver mientras ese señor sea el presidente). Es una locura, en todo el sentido, pero cuando anuncie mi plan, voy a necesitar muchísimo apoyo (tanto económico como emocional).

Esperen noticias al respecto.

Por ahora, sigamos contando historias...

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