Adiós padre
15 de octubre de 2019, en un avión hacia casa, un avión que no debería estar tomando, no hoy.
Hace dos noches recibí la llamada más inesperada, la llamada que ha cambiado mi vida, porque claramente a partir de este momento nunca nada será como antes.
"Sara llama a tu madre urgente, te necesita" a lo que yo no pude más que decir: "qué pasó?"
Tu padre ha muerto.
Me encontré en medio de las calles de Lieja gritando y llorando de incredulidad.
Al mismo tiempo, como si el cielo lo supiera, comenzó a llover. Unas gotas suaves caían sobre mi rostro y yo, desconsolada.
Mi amiga, que no hablaba español pero lo entendió todo, me abrazó y me ayudó a levantarme del suelo.
Mi padre ha muerto. No puede ser verdad.
Al llamar a mi madre, con esa tristeza absoluta de quien ha perdido al ser más amado, me lo confirmó.
No podéis siquiera imaginar el dolor tan inmenso que sentía en mi pecho. Yo no lo podía creer y los amigos que me rodeaban, mucho menos.
Mis pensamientos tan nublados y turbios no me dejaban coordinar.
Pero, qué hago? Debo llamar a mi promotor. No. Debo comprar un pasaje. No. Debo llamar a Lucas.
"Parce, se me murió mi papá"
En pocos minutos mi amigo, mi colega, mi apoyo emocional, llegó a mi casa.
"No sé qué hacer, me voy?"
Su cara era un poema
"Pero vos sos boba? vení compramos ese pasaje, no te preocupés por nada más"
La noche se me hizo eterna.
Mis amigos no me dejaron sola y los mensajes comenzaron a llegar.
A todos los que conocían a mi padre les cayó como un baldado de agua la noticia de su muerte.
A mi padre no lo mató el ladrón que entró a su casa cuando joven y le apuñaló la espalda. A mi padre no lo mató la tristeza de haber perdido a su madre cuando era apenas un crío. Ni tampoco la bala perdida que recibió una vez en el centro de Medellín.
A mi padre lo mató tanto amor.
Mi padre tenía tanto amor en el pecho que su corazón no lo soportó. Paró a descansar un poco, pero su cuerpo se apagó.
Y si a mí me preguntan si le dije "te amo", SÍ, lo hice todo el tiempo, y por eso no tengo nada que reprochar.
Mi padre me enseñó todo lo que sé de la vida. Yo soy lo que soy porque al lado de mi madre, sus consejos, sus regaños, sus exigencias, me hicieron crecer.
La persona que siempre me apoyaba en todo, por estúpido que fuera, aunque estuviera en contra de lo normal, fue él.
Porque me enseñó que lo más importante en la vida es ser feliz, y sobre todo ayudar a los demás a encontrar esa felicidad.
Sí, era una persona difícil, dirán algunos, un terco, un perfeccionista y hasta mal geniado. Pero nunca egoísta, ni antipático, ni violento.
Y nadie conoció todas sus facetas como lo hicimos mi madre y yo.
Mi padre se encargó de que cada persona que lo conoció se quede con un buen recuerdo de él. Una sonrisa, una palabra o un abrazo. Él siempre tenía cosas buenas para dar. Nunca vi en él signos de odio o rencor hacia nadie. Y creédme cuando os digo que aún con lo grande que era, algunas personas no lo querían a él.
Pero tranquilos, él siempre guardó lo mejor de cada quien. Nunca le deseó absolutamente ningún mal a nadie. Él solo tenía amor en su corazón. Y ese amor sigue hoy aquí.
Es normal que lloremos, ha dejado un vacío enorme que nadie va a llenar. Porque cuando él se fue, se murió también un pedacito de mí. Ese suspiro de dolor en el primer momento que supe de su muerte, fue también mi corazón que se desgarraba y el dolor no me dejaba respirar.
Él se fue, está en un mejor lugar, incluso a mi lado, porque siempre ha estado a mi lado. Y sólo yo puedo elegir entre seguir llorando su ausencia o disfrutar de cada una de sus enseñanzas.
Mi padre siempre tenía la palabra correcta para cada situación. Pero más importante aún, siempre sabía cuando callar.
He decidido escribir estas palabras porque es la mejor manera de recordarlo.
Finalmente, aunque la vida no sea eterna, la mejor manera de llegar a la inmortalidad es a través de los recuerdos. Y qué mejor momento que este para recordar todas las cosas buenas que él nos transmitió. Esa risa loca que despertaba a todo el barrio. Esos chistes tan malos que nos hacían reír sólo porque los contaba él. Cada partido de fútbol que le aportó a la artrosis a una edad temprana. Pero era su pasión, y no sé vosotros, pero yo también prefiero acabar mis huesitos divirtiéndome.
Mi padre no se perdía corrida de cortina, y lo celebraba como si él mismo hubiera anotado un gol. Le decía que SI hasta a un partido de tejo. No se le arrugaba a nada. O bueno si, le daba miedo muchas cosas. Pero lo que más miedo le daba era que nosotras sufriéramos.
Mi padre era genial, con todo y defectos. Con las peleas y las riñas. Con todo y sus exigencias. A veces un poco crudo, sí, pero era fantástico.
Y a pesar de que nuestra familia es pequeña, yo nunca había tenido un momento tan especial con mi padre como el que viví este verano.
"Papi tengamos una cita"
"Dale mi amor, tengamos una cita"
Nos fuimos de paseo en moto y fue la cita más importante de mi vida.
Ese día me dijo lo más hermoso que una persona puede escuchar.
"No importa con quién estés, ni dónde estés, no importa si ejerces tu carrera o no, tú siempre serás mi hija y yo siempre te voy a amar y admirar por lo que eres"
Eso me queda de él y así lo quiero recordar.
Yo nunca lo volveré a ver, pero en mis sueños lo encontraré y ahí siempre tendrá una mano para darme, una palabra para ayudarme a continuar y una sonrisa para poderme despertar.
Acordáos que uno se va y nada se lleva. Por eso hay que disfrutar cada momento y amar a cada instante.
No perdáis más tiempo enojados los unos con los otros por cosas materiales o cosas que se pueden resolver realmente de manera sencilla: hablando.
Dejad ese estúpido miedo a decir por favor, gracias o lo siento.
Demostrad el amor todos los días y cuando digáis te amo, que sea sincero y de corazón. No más te amos falsos. Que valga la pena cada palabra que se dice.
Porque el poder de la palabra es universal. Y cada palabra dicha tiene que ser perdonada o celebrada. No hay más opciones. La palabra sólo encuentra su amanecer a través de nuestras acciones. Es decir, sin importar lo que digamos, es a través de acciones que lo demostramos. Y cada que alguien habla, los demás tenemos la obligación de escuchar.
El poder de la palabra lo da la naturaleza, nuestra conexión con el entorno y sobro todo nuestra relación con el otro.
Hoy, en este avión, comienzo una nueva vida. Hoy empiezo realmente a ser adulta, porque a partir de este momento no habrá más ese salvador de cada día.
Ahora él me acompaña siempre, en cada respiracicón y a cada instante. Y por todas mis decisiones ahora soy yo quien tiene que responder a la pregunta "y tú, qué harías?"
Todo se ha dicho y todo se ha perdonado.
Sólo queda agradecer por lo que nos dejó en nuestro corazón.
Que sea hoy pues el momento de honrar su vida, honrar su alma y honrar su amor.
Salud! porque el amor de mi vida ahora estará siempre a mi lado.
Salud! porque su memoria siempre esté viva en todos nosotros.
Adiós padre.
Hace dos noches recibí la llamada más inesperada, la llamada que ha cambiado mi vida, porque claramente a partir de este momento nunca nada será como antes.
"Sara llama a tu madre urgente, te necesita" a lo que yo no pude más que decir: "qué pasó?"
Tu padre ha muerto.
Me encontré en medio de las calles de Lieja gritando y llorando de incredulidad.
Al mismo tiempo, como si el cielo lo supiera, comenzó a llover. Unas gotas suaves caían sobre mi rostro y yo, desconsolada.
Mi amiga, que no hablaba español pero lo entendió todo, me abrazó y me ayudó a levantarme del suelo.
Mi padre ha muerto. No puede ser verdad.
Al llamar a mi madre, con esa tristeza absoluta de quien ha perdido al ser más amado, me lo confirmó.
No podéis siquiera imaginar el dolor tan inmenso que sentía en mi pecho. Yo no lo podía creer y los amigos que me rodeaban, mucho menos.
Mis pensamientos tan nublados y turbios no me dejaban coordinar.
Pero, qué hago? Debo llamar a mi promotor. No. Debo comprar un pasaje. No. Debo llamar a Lucas.
"Parce, se me murió mi papá"
En pocos minutos mi amigo, mi colega, mi apoyo emocional, llegó a mi casa.
"No sé qué hacer, me voy?"
Su cara era un poema
"Pero vos sos boba? vení compramos ese pasaje, no te preocupés por nada más"
La noche se me hizo eterna.
Mis amigos no me dejaron sola y los mensajes comenzaron a llegar.
A todos los que conocían a mi padre les cayó como un baldado de agua la noticia de su muerte.
A mi padre no lo mató el ladrón que entró a su casa cuando joven y le apuñaló la espalda. A mi padre no lo mató la tristeza de haber perdido a su madre cuando era apenas un crío. Ni tampoco la bala perdida que recibió una vez en el centro de Medellín.
A mi padre lo mató tanto amor.
Mi padre tenía tanto amor en el pecho que su corazón no lo soportó. Paró a descansar un poco, pero su cuerpo se apagó.
Y si a mí me preguntan si le dije "te amo", SÍ, lo hice todo el tiempo, y por eso no tengo nada que reprochar.
Mi padre me enseñó todo lo que sé de la vida. Yo soy lo que soy porque al lado de mi madre, sus consejos, sus regaños, sus exigencias, me hicieron crecer.
La persona que siempre me apoyaba en todo, por estúpido que fuera, aunque estuviera en contra de lo normal, fue él.
Porque me enseñó que lo más importante en la vida es ser feliz, y sobre todo ayudar a los demás a encontrar esa felicidad.
Sí, era una persona difícil, dirán algunos, un terco, un perfeccionista y hasta mal geniado. Pero nunca egoísta, ni antipático, ni violento.
Y nadie conoció todas sus facetas como lo hicimos mi madre y yo.
Mi padre se encargó de que cada persona que lo conoció se quede con un buen recuerdo de él. Una sonrisa, una palabra o un abrazo. Él siempre tenía cosas buenas para dar. Nunca vi en él signos de odio o rencor hacia nadie. Y creédme cuando os digo que aún con lo grande que era, algunas personas no lo querían a él.
Pero tranquilos, él siempre guardó lo mejor de cada quien. Nunca le deseó absolutamente ningún mal a nadie. Él solo tenía amor en su corazón. Y ese amor sigue hoy aquí.
Es normal que lloremos, ha dejado un vacío enorme que nadie va a llenar. Porque cuando él se fue, se murió también un pedacito de mí. Ese suspiro de dolor en el primer momento que supe de su muerte, fue también mi corazón que se desgarraba y el dolor no me dejaba respirar.
Él se fue, está en un mejor lugar, incluso a mi lado, porque siempre ha estado a mi lado. Y sólo yo puedo elegir entre seguir llorando su ausencia o disfrutar de cada una de sus enseñanzas.
Mi padre siempre tenía la palabra correcta para cada situación. Pero más importante aún, siempre sabía cuando callar.
He decidido escribir estas palabras porque es la mejor manera de recordarlo.
Finalmente, aunque la vida no sea eterna, la mejor manera de llegar a la inmortalidad es a través de los recuerdos. Y qué mejor momento que este para recordar todas las cosas buenas que él nos transmitió. Esa risa loca que despertaba a todo el barrio. Esos chistes tan malos que nos hacían reír sólo porque los contaba él. Cada partido de fútbol que le aportó a la artrosis a una edad temprana. Pero era su pasión, y no sé vosotros, pero yo también prefiero acabar mis huesitos divirtiéndome.
Mi padre no se perdía corrida de cortina, y lo celebraba como si él mismo hubiera anotado un gol. Le decía que SI hasta a un partido de tejo. No se le arrugaba a nada. O bueno si, le daba miedo muchas cosas. Pero lo que más miedo le daba era que nosotras sufriéramos.
Mi padre era genial, con todo y defectos. Con las peleas y las riñas. Con todo y sus exigencias. A veces un poco crudo, sí, pero era fantástico.
Y a pesar de que nuestra familia es pequeña, yo nunca había tenido un momento tan especial con mi padre como el que viví este verano.
"Papi tengamos una cita"
"Dale mi amor, tengamos una cita"
Nos fuimos de paseo en moto y fue la cita más importante de mi vida.
Ese día me dijo lo más hermoso que una persona puede escuchar.
"No importa con quién estés, ni dónde estés, no importa si ejerces tu carrera o no, tú siempre serás mi hija y yo siempre te voy a amar y admirar por lo que eres"
Eso me queda de él y así lo quiero recordar.
Yo nunca lo volveré a ver, pero en mis sueños lo encontraré y ahí siempre tendrá una mano para darme, una palabra para ayudarme a continuar y una sonrisa para poderme despertar.
Acordáos que uno se va y nada se lleva. Por eso hay que disfrutar cada momento y amar a cada instante.
No perdáis más tiempo enojados los unos con los otros por cosas materiales o cosas que se pueden resolver realmente de manera sencilla: hablando.
Dejad ese estúpido miedo a decir por favor, gracias o lo siento.
Demostrad el amor todos los días y cuando digáis te amo, que sea sincero y de corazón. No más te amos falsos. Que valga la pena cada palabra que se dice.
Porque el poder de la palabra es universal. Y cada palabra dicha tiene que ser perdonada o celebrada. No hay más opciones. La palabra sólo encuentra su amanecer a través de nuestras acciones. Es decir, sin importar lo que digamos, es a través de acciones que lo demostramos. Y cada que alguien habla, los demás tenemos la obligación de escuchar.
El poder de la palabra lo da la naturaleza, nuestra conexión con el entorno y sobro todo nuestra relación con el otro.
Hoy, en este avión, comienzo una nueva vida. Hoy empiezo realmente a ser adulta, porque a partir de este momento no habrá más ese salvador de cada día.
Ahora él me acompaña siempre, en cada respiracicón y a cada instante. Y por todas mis decisiones ahora soy yo quien tiene que responder a la pregunta "y tú, qué harías?"
Todo se ha dicho y todo se ha perdonado.
Sólo queda agradecer por lo que nos dejó en nuestro corazón.
Que sea hoy pues el momento de honrar su vida, honrar su alma y honrar su amor.
Salud! porque el amor de mi vida ahora estará siempre a mi lado.
Salud! porque su memoria siempre esté viva en todos nosotros.
Adiós padre.
Comentarios
Fui afortunado de conocer a tu padre, el como lo dices, buscaba que todos a su alrededor encontraran su rumbo o felicidad. en E-global sentimos que se nos fue un padre, pero estoy seguro que fue a buen puerto por el gran ser humano que era.
su vida cambió la vida de muchos. en lo personal me dió la oportunidad de crecer profesional y personalmente, siempre pensaba en su gente y nunca dejó de repetirlo "primero los empleados".
una persona de manos abiertas siempre, siempre que lo saludaba dedicaba un momento a conversar conmigo a pesar de sus ocupaciones.
Salud! por la memoria de un Grande!
Hasta siempre Leo..te quiero mi gran amigo...